domingo, 6 de junio de 2010

Escuela de capullos

-¿Sí?, ¿Oiga?, ¿Estoy llamando a la escuela de cabrones y capullos?
-Exactamente, dígame, ¿En qué puedo ayudarle?

-Verá es que he visto un anuncio en el periódico que aquí se imparten clases para transformarse en un auténtico cabronazo y estaba interesado en que me dieran un poco más de información.

-Por supuesto. Si le parece puede indicarme una descripción detallada de su problema así como las metas que desea conseguir con el curso para que pueda ubicarle en la clase que más se adapte a sus necesidades. ¿Desea venir en persona y proporcionarnos la información o no tiene inconveniente en que sea por vía telefónica?

-No hay ningún inconveniente.

-Bien, entonces cuénteme por favor…

-Verá, he llegado a un estado de mi vida en que me siento cansado, cansado de siempre dar y no recibir, cansado de volcarme y no obtener nada a cambio. Estoy cansado de gastar tantas horas dedicadas a emociones, sentimientos y rayadas mentales. Cansado a levantarme y estar asqueado con el mundo. Cansado de sentir esa sensación de no recoger lo que siembro .. y no sé.. he pensado que tal vez lo mejor es amurallar mi corazón y protegerlo, que me enseñen a ser un cabrón sin sentimientos.

-Le entiendo, usted encuadra en el perfil de usuario típico.

- Pero… tal vez si me vuelvo un cabrón evite sufrimientos y agonías. Seguramente tenga una vida fácil y cómoda, pero… ¿Es lo que queremos? ¿Ir a lo cómodo? Me quitaré sufrimientos pero me privaré de alegrías y de momentos que realmente me llenen. Tal vez sea mejor arriesgar, tal vez sea mejor caer una y otra vez. Hasta ahora ese órgano que late siempre ha cicatrizado y sé que él no parará hasta encontrar lo que está buscando. No creo que yo tenga nada que decir al respecto, en realidad es él quien toma las decisiones. ¿Sabe qué? Al final no me voy a matricular.

-‘’Telefónica informa, ha sido imposible mantener la conexión’’.